Más allá de la literalidad de las palabras, el título de este artículo proyecta dos metamensajes. El primero, que podemos plantear la Excelencia como aspiración de las Pymes, sin identificarla como coto reservado para grandes empresas. El segundo, que quizá podemos identificar algún rasgo singular cuando trasladamos el concepto de Excelencia a las Pymes.

Para responder a estas cuestiones, resulta conveniente empezar acordando lo que entendemos por Excelencia, pues se trata de un término de múltiples significados, debido, entre otros motivos, a su profusa utilización actual. En nuestra actividad de consultoría, comprobamos con frecuencia la confusión existente en las organizaciones en torno a la Excelencia. Y lo cierto es que no se puede poner en práctica lo que se desconoce.

"La Excelencia implica una nueva forma de pensar y actuar en las organizaciones"

La excelencia como aspiración y como búsqueda, ejerce una atracción que se manifiesta también cuando la vinculamos a la gestión de las organizaciones. Entendida así, como un proceso más que como una situación permanente y estática, podemos afirmar que la Excelencia es un planteamiento estratégico para poner rumbo a la organización y orientar sus iniciativas de mejora.

A partir de ahí, cada organización necesita trasladar y concretar esta idea general a su contexto particular. Dotar a la Excelencia de significado propio para cada organización, requiere que los directivos comprendan y compartan qué entenderán por Excelencia, como punto de arranque del camino a emprender.

Sabemos que el lenguaje es la principal herramienta de un directivo. A veces, lo utilizamos y a veces nos enreda. De tal manera que parece conveniente ser conscientes de los diferentes niveles o perspectivas desde los que podemos enfocar el concepto de excelencia y así acordar que nos estamos refiriendo a una empresa "excelente".

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